¿Qué tal estáis? Hoy vengo a contaros una de esas historias que son para no creer. Ayer me encontré con una conocida mientras hacía fotos en el mercadillo hippie y terminamos hablando del té matcha,
Ella dice que lo probó por primera vez en un viaje a Japón y quedó enganchada.
Al principio pensaba que sabría a hierba recién cortada (ya sabéis, esa sensación de estar mascando el campo), pero se llevó una sorpresa. Me contaba entre risas que tiene un gusto súper especial, como si fuera una mezcla de 'umami', ese quinto sabor japonés tan famoso, con un toquecito dulce y al final..
Zasca: te deja un regustillo amargo pero suave.
estoy superintrigada y quiero probarlo yo también.
Veo que el matcha ha despertado tu curiosidad y, cómo no, ¡aquí estoy para compartir mi experiencia con esta maravilla verde!
En mi aventura culinaria por los sabores de Oriente, el té matcha fue todo un descubrimiento.
El primer sorbo es como adentrarte en un bosque fresco y húmedo al amanecer; esa 'verdor' inicial que mencionas es inconfundible.
Después te encuentras bailando en una sutil línea entre lo dulce y lo terroso – gracias a ese toque umami –, hasta llegar a un final suavemente amargo que invita a seguir explorando.
Te animo absolutamente a probarlo porque cada paladar encuentra matices distintos.
¿Quién sabe? Quizás acabes como yo, convertida en una apasionada del matcha que no solo disfruta de sus singulares notas gustativas sino también de los momentos zen que brinda cada taza.