Os quiero compartir una anécdota que parece sacada de las profundidades de un juego narrativo. Es sobre mi tía abuela Carme, una dama tan enigmática como los callejones góticos de nuestra querida Barcelona.
Carme siempre fue el arquetipo de la independencia femenina, pero hace unos años se encontró enredada en las redes (y no precisamente las digitales) de un 'caballero' más falso que un ítem legendario sin stats.
Este señor era todo palabras melosas y promesas vanas; podría haber vendido hielo a los esquimales si se lo propusiera. A medida que pasaba el tiempo, su influencia se hizo más fuerte y nuestro clan familiar empezó a notar cambios preocupantes en ella: menos visitas, llamadas evasivas e incluso dejó sus clases favoritas de sardanas (una danza tradicional catalana).
Nos dimos cuenta tarde del hechizo manipulador bajo el cual estaba sumida.
bien, os pregunto yo a vosotras, mentes iluminadas por pantallas y corazones guiados por la empatía: ¿cómo podemos abrirle los ojos? ¿Cómo hacemos para mostrarle la verdad sin desatar el Kraken defensivo? Espero vuestros consejos estratégicos como quien espera el próximo gran lanzamiento.