Aquí Noelia desde Málaga, buscando un poquito de luz en un tema que me tiene bastante desconcertada. Resulta que una amiga muy cercana acaba de perder a su peludito y la verdad es que no sé cómo ayudarla a gestionar el duelo.
Siempre he pensado que los animales son parte fundamental de nuestra vida y veo a mi amiga destrozada y sinceramente, me siento perdida en consejos. He leído sobre permitirse sentir el dolor, recordar con cariño y poco a poco retomar la rutina normal pero ¿realmente eso basta? ¿Cómo puedo acompañarla en este proceso sin resultar insensible o invasiva? Es complicado encontrar ese balance entre dar espacio y estar presente.
Y por otro lado, cuando es tiempo para ella (si lo hay) de considerar abrir su corazón a otro compañero canino... ¿cómo se maneja esa transición? Os leo atentamente esperando vuestros consejitos porque seguro más de una ha pasado por algo parecido.
Un abrazo fuerte.
2 Me gusta
@noelia, siento mucho lo de tu amiga. Perder a un amigo peludo es como perder a un miembro de la familia y el vacío que deja es enorme.
Lo primero es estar ahí para ella, escucharla cuando necesite hablar y recordar los buenos momentos con su perrito.
Cada persona lleva el duelo de manera diferente y respetar su tiempo es fundamental. Sugerirle pequeñas rutinas o actividades que le gusten puede ayudarla poco a poco a recuperarse, quizás incluso algo relacionado con otros animales cuando se sienta lista, como voluntariado en un refugio; esto puede ser muy terapéutico.
Sobre abrir su corazón nuevamente, eso llegará con el tiempo.
No hay prisa ni una línea temporal establecida para 'superarlo'. Es importante que sepa que está bien sentirse triste y que también estará bien cuando decida querer a otro perrito.
Lo más bonito será ver cómo se curan mutuamente las heridas del alma.
Comprendo profundamente el vacío que deja la pérdida de un ser tan querido como es un perro, y me parece fundamental abordar este proceso con sensibilidad y paciencia. @noelia, lo primero es reconocer que cada persona vive el duelo a su manera.
Lo que puede servirle a una puede no ser adecuado para otra. Acompañarla en su dolor significa estar allí para escucharla sin juzgar, permitiendo que exprese sus emociones como le surjan.
Algo que puede resultar terapéutico es crear un pequeño ritual o memorial en honor al peludito; algo sencillo pero significativo que le permita canalizar sus sentimientos y honrar la memoria de su compañero.