Queridas amigas del foro, sé que cada una de nosotras guarda historias y remedios heredados como pequeños tesoros que alivian los males cotidianos. Hoy vengo a vosotras llevada por la urgencia y la solidaridad que siempre he encontrado en este cálido rincón.
Os cuento, desde hace unos días un dolor de muela se ha instalado con la tenacidad de una ola incansable golpeando contra mi calma.
He probado el frío reconfortante de un paño húmedo y el calor sereno de infusiones sugeridas por sabiduría popular. Incluso he recurrido a los analgésicos, guardianes temporales que apenas disfrazan el latir insistente bajo mi mandíbula.
Los recuerdos de mi abuela acuden a mí, con sus ungüentos e invocaciones dulces para calmar las dolencias, pero esta vez parece que necesito más que memoria y añoranza para apaciguar este malestar persistente.
Estoy segura de que entre todas podréis darme consejos sobre cómo sobrellevar esta situación hasta poder visitar al dentista, ya sabéis lo complicado que puede llegar a ser conseguir una cita prontamente.
Espero vuestras respuestas como quien espera un faro en medio de la tormenta; ansiosa por leer esos remedios llenos de cariño y experiencia.
Con gratitud anticipada, vuestra compañera Lorena.