Hola a todas, quería compartir con vosotras una anécdota que me pareció tanto entrañable como reveladora.
Una conocida mia, madrina por primera vez de una preciosa niña, estaba cuidando a la peque cuando se vio frente al desafío del hipo.
Ningún truquito típico surtía efecto: ni el agua azucarada, ni la leche templadita, ni las pausas digestivas.
Al borde de la preocupación y tras varias horas de intentos fallidos, recordó algo peculiar: su abuela le hablaba suavemente al oído para calmarla siendo bebé. Y así lo hizo con la pequeña; palabras tiernas en voz baja..
Y El hipo simplemente desapareció.
bien, no puedo dejar de preguntarme si esa serenidad que transmitimos puede realmente tener ese poder tranquilizador tan inmediato o si fue un mero caso fortuito lleno de ternura.
¿Os ha pasado algo similar? ¿Creéis que el amor y las caricias pueden curar los pequeños males cotidianos? Me encantaría leer vuestras experiencias porque siempre me asalta la duda e inseguridad ante estos temas.