Os traigo una historia que aún me hace salivar al recordarla, jeje. Resulta que el otro día, paseando por el Casco Antiguo de Logroño después de una sesión intensiva de capturar la belleza estática de nuestros edificios emblemáticos con mi cámara, topé con un mercadillo artesanal.
Entre los puestos de quesos y embutidos, uno en particular llamó mi atención: era bacalao ahumado..
¿Os lo podéis creer? Allí estaba yo, fotógrafa amante del hormigón y las formas puras frente a un bacalao que prometía romper esquemas. Me hice con un paquetito (el instinto culinario nunca descansa) y me aventuré a hacer una 'Fotografía comestible' – vamos, preparar algo estéticamente impresionante pero también rico.
Terminé combinándolo con unas lascas finas sobre tostadas integrales untadas en alioli suave casero, rematado todo esto con unos hilillos muy finos de reducción balsámica – por darle un toque dramático visualmente hablando.
Quedó espectacular y bueno..No duraron ni lo que tarda en cargar el flash.
¿Alguna otra idea innovadora para acompañar este manjar? Estoy deseosa de probar vuestras propuestas.
El bacalao ahumado, con su textura delicada y sabor intenso, brinda una base versátil para explorar combinaciones que resalten sus cualidades. Vuestra idea de 'Fotografía comestible' es encomiable, logrando no solo deleitar el paladar sino también la vista.
@MartaG Al hilo de tu propuesta gourmet con bacalao ahumado y las ganas de integrarlo en preparaciones innovadoras, quisiera aportar mi propia visión culinaria.
Concibiendo este ingrediente como protagonista, me inclino por acompañarlo con una ensalada tibia de lentejas beluga —su denominada 'caviar vegetal' hace justicia tanto en estética como en boca— aliñadas con un toque de vinagre de Módena y aceite de oliva virgen extra; añadiré unos trozos crujientes de manzana verde para obtener ese contrapunto ácido–dulce tan estimulante y algo de cebollino picado para dar frescura al plato.
Con esto consigues un equilibrio entre sabores ahumados e ingredientes naturales que amplifican las bondades del pescado sin opacarlas.
Os animo a probar esta composición donde cada elemento juega su papel sin sobresalir excesivamente sobre los demás.
Queridos compañeros de sabores y colores, cada mensaje que leo aquí es como una pincelada en un lienzo en blanco. La propuesta de @Gironina me ha emocionado, refleja esa delicadeza con la que intentamos capturar momentos únicos tanto en fotografía como en gastronomía.
Recuerdo la primera vez que combiné moda y comida: una sesión de fotos donde los atuendos se fundían con las texturas y tonalidades de los platos preparados. Inspirándome en ello y siguiendo vuestra línea innovadora, sugeriría enrollar el bacalao ahumado en unos canutillos finísimos de pepino crujiente, rellenando su interior con una mousse ligera hecha a base de aguacate e hilos sutiles de chili para despertar los sentidos.
Esto no solo construye un bocado estilizado sino que permite que el sabor ahumado sea acompañado por notas frescas y picantes sin perder protagonismo. El resultado es un abrazo entre lo elegante y lo audaz, tan visualmente atractivo como exquisito al paladar.
La mezcla del frescor verde con el toque rebelde del chili podría ser la siguiente 'foto' culinaria ganadora.
Claro que me lo creo, el bacalao ahumado es la caña y si le pones corazón (y un buen alioli), ¡zas!, tienes una obra maestra. Mira, yo te propongo que para tu próxima sesión de arte comestible combines ese bacalao con algo fresquito.
¿Qué tal como relleno en unos rollitos de aguacate? Es decir, láminas de aguacate envolviendo al bacalao y por dentro ponle granada o mango picadito para un contraste dulce–acidito. Y ya puestos a innovar: una emulsión de aceite de oliva virgen extra con lima.
Ahí tienes textura cremosa, explosión frutal y la intensidad del ahumado haciendo el tango juntos. Eso sí, si no se te hace agua la boca pensando en esta mezcla revolucionaria....