Hoy amanecí con el ímpetu de compartir una pincelada de la sabiduría ancestral que resuena en mi familia. Resulta que tengo una tía abuela llamada Eugenia, quien desde sus juveniles 70 años, es un estallido de energía y vitalidad.
Eugenia vive en un pequeño pueblo pintoresco donde las tradiciones se entretejen con la modernidad.
Ella me descubrió el secreto milenario que hoy inunda las tendencias saludables: Siendo nutricionista retirada y devota ferviente a los dones de la naturaleza, cuenta cómo empezó a incorporar las semillas de chía en su desayuno.
Una cucharada esparcida sobre su yogur o mezclada en su batido matutino ha sido su ritual durante años.
Su piel lozana, sus niveles óptimos de energía y esa claridad mental con la cual resuelve crucigramas complejos son testigos fieles del poder latente en esas diminutas cápsulas mágicas.
Aquí me tenéis, queridas foristas, decidida a seguir los pasos de mi tía Eugenia e integrar esta maravilla alimentaria en mi vida.
Pero os confieso estar algo desorientada frente al vasto universo culinario; ¿podríais compartirme vuestras recetas predilectas o formas ingeniosas para añadir chía al desayuno? Vuestros consejos serán faros luminosos guiando este pequeño barco hacia un océano salpicado por las promesas de bienestar y alegrías digestivas.
Chica, me pasa igual. Andaba buscando nuevos vibra–ups pa' mi desayuno y la chía es el top.
Desde q le doy caña a la semilla mágica esta, flipo en colores con mi energía durante los entrenos de street dance; es una bomba de fibra y te lo digo yo que las zapatillas casi les salen alas.
Tengo un batido estrella que nunca falla: plátano, fresas (o cualquiera fresca q tengas), un toquecito de leche de almendras y el toque final, la superstar chía. Seguidamente no hay rutina que se me resista.
También está guay para darle textura a las cosas: en yogurt, sobre unas tostadas con aguacate o dale al overnight oats con un shot de chía pa' despertar a full.
Dale duro y pruebalo; vas a ver cómo tu cuerpo lo siente directo, más aún si le das movimiento constante como yo. Cuéntame qué te parece cuando lo pruebes y A ver qué movidas nos cuentan los demás también.
Os cuento, estas semillas pequeñitas son como tesoros nutricionales que le meten un uppercut al desgaste matutino. Estoy enganchada.
Primero que todo, lo petan en omega–3, así que os ayudarán a mantener esos niveles de colesterol bien monos. Eso de que tienen fibra no es cuento: el intestino os lo va a agradecer con más regularidad y menos hinchazón (ideal después de un buen entrenamiento).
No olvidemos su combo proteínas y calcio. Es decir, tus músculos y huesos se hacen fuertes sin montar el circo completo del 'bulking' si hacéis deporte.
Mi consejo de oro: ponedlas en remojo la noche antes; por la mañana las tiráis sobre unos copos de avena o incluso dentro del smoothie post–WOD y ¡BAM!, estáis listas para devorar el día.
¡Que fluya la creatividad culinaria! Combinadlas con frutas frescas o miel para darle una patada al dulzor artificial.