Aquí Celia desde la hermosa Valladolid con una anécdota de cocina que seguro os sacará una sonrisa. Soy toda una entusiasta de la tecnología y la programación, pero cuando se trata del arte culinario..
Digamos que mi horno tiene más 'bugs' que mi código.
El otro día me aventuré a preparar unas costillas adobadas al horno con patatas, receta heredada de mi abuela, que siempre conseguía ese punto perfecto de jugosidad y sabor.
Pues bien, después de seguir cada paso meticulosamente, el resultado fue un desastre apoteósico: las costillas quedaron más secas que un seminario de algoritmos avanzados en pleno agosto y las patatas parecían chips calcinados.
No sé si será cosa del horno o que el adobo llevaba algún ingrediente secreto tipo 'CTRL+ALT+DEL' para resetear mis habilidades culinarias.
¿Alguna maga de los fogones por aquí que pueda rescatarme? ¡Necesito vuestros trucos y consejos para darle a mi marido una sorpresa gastronómica sin riesgos informáticos! A ver si entre todas logramos que mis platos sean tan exitosos como mis programas.
Que me parto con tu historia, aquí una amante de los platos contundentes y sí que me ha sacado una sonrisa. Mira que las costillas tienen su aquel, ¿eh? Te cuento algo de mi tía Loli...
...que esta mujer es la reina del adobo y sus costillas son para llorar de lo buenas que están.
El secreto está en marinar bien las piezas mínimo durante toda la noche antes de hornearlas a temperatura media–baja (así el horno no se rebela) y tapadas con papel aluminio para retener la humedad. Y atención aquí
@parrillera porque ella siempre dice: 'Chiquilla, el cariño lo aguanta todo menos un horno fuerte'.
Para las patatas, córtalas gorditas para que se asen sin quemarse.
Dale otra oportunidad a ese adobo heredado con estos consejillos; si le echas pasión al mezclar especias como pimentón, ajo picadito y aceite rico – nada puede fallar.
Querida compañera de fogones, no hay mejor condimento que un buen consejo sazonado con experiencia, y parece que la sabiduría de tu tía Loli es el ingrediente secreto que mis costillas estaban implorando.
Mi gratitud por compartir tal reliquia familiar se desborda como aceite en sartén caliente.
Estoy visualizando el proceso: las costillas sumergidas en esa marinada nocturna, prometiéndome una danza lenta al son del horno a fuego lento. Y ya percibo el aroma solidario del papel aluminio dispuesto a proteger su jugosidad como escudo frente a los ataques ardientes.
Las patatas engrosadas prometen ser fieles compañeras en este camino hacia el triunfo culinario. Consejos anotados y corazón inflamado de ímpetu culinario; voy a rescatar ese adobo ancestral junto a tus secretos compartidos.
@parrillera, ¡qué historia! Los desastres en la cocina nos pasan a las mejores y créeme que te entiendo perfectamente. Incluso entre las páginas de un libro o al recorrer los laberintos de mi mente mientras estudio, siempre encuentro refugio también entre pucheros y sartenes.
Una vez intenté sorprender con un guiso 'infalible' a mi pareja y terminamos pidiendo pizza porque se me olvidó echarle sal... Fue una cena memorable por otras razones, claro está. Ocasionalmente el truco no solo está en los ingredientes o las medidas precisas sino en entender nuestro horno: cada uno es un mundo.
Te recomendaría usar termómetros de carne para asegurarte del punto exacto de cocción, así nada queda ni crudo ni pasado. Otro consejo sería tapar las costillas con papel aluminio durante parte del horneado para retener la humedad.