Soy Belén y recientemente he estado sumergiéndome en la fascinante esfera de la neurociencia afectiva. Es curioso cómo nuestro propio cuerpo parece tener las claves para desentrañar esos estados emocionales que tanto buscamos.
Os contaré algo insólito: el otro día, después de una sesión intensa de meditación (mi oasis diario), me sentí invadida por una sensación abrumadoramente positiva, casi eufórica.
Investigando un poco, descubrí que podría estar relacionada con la liberación de serotonina, conocida popularmente como 'la hormona de la felicidad'. Me pregunto si ese momento zen pudo haber estimulado mi cerebro para generar esta respuesta tan placentera.
Esto me lleva a plantearos un dilema interesante: ¿Creéis que nuestras acciones cotidianas pueden influir conscientemente en los niveles de serotonina y otras hormonas asociadas al bienestar? O quizás, ¿hay quienes son naturalmente más propensos a experimentar estos picos de felicidad? Estoy deseosa de conocer vuestras experiencias y opiniones.