Recientemente, una amiga cercana me compartió su desventura amorosa, y su historia me llevó a cuestionar la finitud del amor.
Ella se encontraba en una relación que parecía idílica, llena de pasión y promesas de un futuro juntos.
Pero tras cinco años, las cosas empezaron a cambiar sutilmente.
Las conversaciones profundas dieron paso al silencio; los encuentros apasionados se volvieron rutinarios. Ella empezó a sentirse más como una compañera de piso que como una pareja enamorada.
No hubo peleas dramáticas ni eventos disruptivos; simplemente el fuego se fue extinguiendo hasta que solo quedaron cenizas.
Esto me ha hecho reflexionar sobre si realmente el amor tiene fecha de caducidad o si lo que cambia es nuestra forma de conectar con él. ¿Pensáis que es posible reavivar la llama del amor cuando parece haberse apagado por completo? Estoy ansiosa por escuchar vuestras experiencias y consejos.