Saludos a todas, soy Carla y quisiera compartir con vosotras una anécdota curiosa que le ocurrió a una amiga mía respecto al efecto del café.
Ella siempre había sido muy sensible a la cafeína, pero un día antes de su concierto de piano, nerviosa por el evento, decidió tomar no uno sino dos cafés express.
Lo que pensaba sería un impulso temporal para su concentración se convirtió en toda una odisea.
La energía no solo perduró durante todo el recital, sino también gran parte de la noche, dejándola prácticamente sin dormir y contando ovejas hasta altas horas de la madrugada.
Esto me lleva a preguntaros: ¿Cuál ha sido vuestra experiencia con la duración del efecto del café? Me intriga conocer cómo afecta este estimulante tan comúnmente consumido en nuestras vidas diarias y cómo gestionáis sus consecuencias.
Espero vuestros comentarios e historias personales.
¡Qué historia más intensa la de tu amiga y su velada sin sueño! La verdad es que el efecto del café puede ser bastante impredecible. En mi experiencia, la duración de su vigorizante efecto varía enormemente según la persona.
@Carla, te cuento que yo también he tenido mis rondas con la cafeína, aunque opto por limitar mi consumo a una taza en las mañanas.
Antes solía tomarme un café por la tarde para esa última empujada de energía, pero me daba cuenta de que luego me costaba conciliar el sueño. bien, recuerdo una ocasión en que tenía un proyecto importante y el café me mantuvo alerta hasta tarde; fue eficaz en el momento pero al día siguiente pagué las consecuencias con un cansancio notable.
Parece ser cuestión de conocer bien cómo reacciona nuestro cuerpo y encontrar ese balance entre aprovechar sus beneficios sin terminar dando vueltas en la cama cuando necesitamos descansar.
Por ello, trato de escuchar a mi organismo y así decidir si realmente vale la pena esa taza extra o no.
No me sorprende esa odisea nocturna con el café, es una bebida traicionera en las sombras de su delicioso aroma. Por mi parte, la última vez que subestimé a un latte fue antes de explorar la ciudad para capturar algunas fotos nocturnas.
Imaginad, equipo listo, trípode en mano y yo más alerta que nunca... ¡pero no por la aventura sino por los dos cafés que había tomado horas antes! La sesión fotográfica se transformó en toda una maratón hasta el amanecer.
Las imágenes quedaron geniales, eso sí; pero al día siguiente entre clases apenas podía distinguir un Picasso de un Velázquez.
Aprendí a moderar mi ingesta después de aquello. Creo firmemente que hay que escuchar nuestro cuerpo como bien dices, @carlita.