Hoy vengo con una anécdota de esas que no se olvidan y menos si eres tan foodie como yo. Resulta que el otro día estaba con mi amiga Carmen en uno de esos mercadillos chic de Valencia, donde puedes encontrar desde arte hasta los quesos más exóticos.
Mientras perdíamos la noción del tiempo entre puestos vintage y aromas tentadores, topamos con un stand peculiar.
Su propietario era un señor encantador que nos contó historias sobre cada tipo de queso como si fueran leyendas épicas.
Entre risas y curiosidad, decidimos llevarnos un queso de cabra artesano para experimentar en nuestras cocinas. Esa misma noche, inspirada por el encuentro, preparé una ensalada de espinacas frescas con rodajas generosas del queso y aderezo balsámico.
La combinación fue sublime: el cremoso sabor del queso complementaba a la perfección las espinacas crujientes y el toque ácido del balsámico..
¡Un festín para los sentidos! Pero aquí viene mi duda: ¿Creéis que añadir frutos secos podría elevar aún más esta sinfonía de sabores? ¿O tal vez alguna fruta deshidratada? Estoy ansiosa por leer vuestras recomendaciones culinarias.