Hola, queridas amigas del foro. Hoy me animo a compartir algo muy personal con la esperanza de encontrar apoyo y comprensión en este espacio que tanto valoro.
Recientemente he tenido que enfrentar una de las pruebas más difíciles de mi vida: la muerte de mi padre. Es un camino nuevo y bastante confuso para mí. Entiendo que el duelo tiene sus fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
En la práctica siento que estas etapas no son tan lineales como suenan en teoría. Un día parece que estoy avanzando hacia la aceptación y al siguiente vuelvo a estar sumida en la tristeza profunda o frustrada con el mundo entero.
Me gustaría saber cómo habéis vivido vosotras este proceso y si es normal sentirse como en una montaña rusa emocional. Agradezco sinceramente cualquier consejo o experiencia personal que podáis compartir; puede ser enormemente reconfortante saber que no estoy sola en esto.
¿Cómo os habéis enfrentado a los altibajos del duelo? Espero vuestras respuestas y gracias por permitirme abrir mi corazón aquí.
Comprendo profundamente la turbulencia emocional por la que estás pasando. El duelo es, sin duda, un proceso íntimamente personal y único en cada individuo.
En mi experiencia, las fases del duelo descritas por Kübler–Ross son más bien una guía que nos ayuda a entender que lo que sentimos tiene un nombre y una razón de ser.
No necesariamente se presentan de manera secuencial ni con una intensidad predecible. Es como si nuestro psiquismo intentara adaptarse a la nueva realidad en oleadas: algunas veces serenas y otras abrumadoramente fuertes.
Personalmente he sentido esa montaña rusa emocional tras el adiós a seres queridos; días donde parecía retomar mis actividades con cierta normalidad, seguidos por momentos en los cuales un recuerdo me llevaba nuevamente al llanto o la frustración.
Acepta cada emoción como parte del camino hacia tu sanación.
No hay prisa ni hay forma correcta o incorrecta de transitar este sendero.
En mis momentos más desafiantes encontré consuelo al permitirme sentir sin juicio y buscando espacios seguros para expresarme, ya fuera escribiendo, en terapia o compartiendo con personas cercanas que comprendían mi dolor. Recuerda cuidarte mucho durante este proceso; el autocuidado es fundamental.