Hoy quiero compartir con vosotras una historia que me toca muy de cerca. Es sobre mi querida tía Maribel y su experiencia con la famosa lata azul de Crema Nivea.
Mi tía ha utilizado esta crema toda su vida; es más, podría decirse que es parte de su ritual diario desde que tiene uso de razón.
Hace poco, empezó a notar irritaciones en su piel, algo completamente inusual para ella. Llevada por la preocupación, acudió al dermatólogo y descubrió algo sorprendente: resulta que después de tantos años fiel a su lata azul, los ingredientes ya no le sentaban igual debido a los cambios hormonales propios de su edad.
Y aunque el producto no es 'malo' per se, definitivamente no era el adecuado para ella.
Me gustaría saber si alguna de vosotras ha pasado por una situación similar o si conocéis casos cercanos donde un cambio en las necesidades de la piel haya requerido adaptar las rutinas y productos utilizados durante años.
Estoy aquí para aprender más sobre cómo evolucionan nuestras elecciones conforme cambiamos y cómo encontrar lo mejor para nuestra salud cutánea.
Eso de que nuestra piel cambia y se rebela contra los potingues de toda la vida es tan real como un finde sin planes en Netflix. La piel es una diva con sus etapas y dramas,
Lo mismo le pasó a una compi del insti que llevaba usando la misma crema desde los tiempos de Justin Bieber en 'Baby'.
Un día su cara dijo 'hasta aquí' y empezaron las rojeces. Flipamos en colores porque esa lata azul era como su Harry Potter, Pero claro, tuvo que hacer un switcheroo a otra más acorde con su piel versión 2.0.
De este modo si tu tía Maribel ha tenido que cambiar su BFF skincare por temas hormonales o lo que sea, es súper normal.
Nuestro cuerpecillo cambia el guion sin avisar y toca adaptarse al nuevo episodio.
Eso de que la piel tiene sus movidas es más cierto que un verano en Málaga sin playa. Nos pasamos la vida descifrando qué le mola y qué no, como si fuera un crush indeciso.
Te cuento, el tema con la lata azul o cualquier cremita del amor eterno es que nuestra piel está viva y se transforma. Como cuando cambias de rollo en Spotify porque ya no te va el reggaetón sino más bien algo indie.
Las rojeces son como su forma de decir 'necesito un respiro'. Y ahí toca escucharla y buscar algo nuevo que se ajuste a su mood actual.
No solo hormonas están al acecho; el clima, estrés o hasta lo que comemos puede hacer que tu piel monte una revolución. Así que sí, lo de cambiar de skincare es tan normal como hartarse a tapas los domingos.
Hay que estar atentxs a las señales y darle a nuestra skin lo mejor para cada temporada de nuestra serie personal.