Me aprieta mucho el sujetador postoperatorio

¿Cómo estáis? Os cuento una anécdota que seguro os sacará una sonrisita y a lo mejor alguna puede darme algún consejillo.

Resulta que tengo una conocida, vamos a llamarla Clara, que se sometió recientemente a una cirugía estética.

Todo salió de maravilla, pero la pobre no contaba con el pequeño 'gran' detalle del sujetador postoperatorio.

A ella le recomendaron uno especial para asegurar una correcta recuperación, pero cada vez que nos veíamos parecía estar luchando en un combate de sumo con su propio sujetador. Era como si llevase puesto un corsé medieval diseñado por alguien con un serio rencor hacia la comodidad humana.

Cada suspiro era un recordatorio de su ajustado compañero de tela y costuras.

Al final, después de compartir risas y alguna que otra mirada cómplice entre nosotras, decidimos ir juntas en busca del Santo Grial de los sujetadores postoperatorios: aquel que te sujeta sin convertir tu torso en una obra de arte abstracta.

Primero que nada, una lluvia de corazones para Clara, que seguro está echando de menos respirar sin sentir que cada inhalación es un minijuego de habilidad.

vamos al kit del asunto: encontrar la armadura post–batalla quirúrgica perfecta.

Mi primera sugerencia es charlar con su doctor/a o enfermero/a y comunicarle esta odisea en el 'apretaverso'.

Puede ser que haya otras opciones menos tortuosas y más adecuadas para ella. En el segundo round podemos barajar las tiendas especializadas; esos sitios mágicos donde se dice que la tela es hilada por unicornios y diseñados con compresión ajustable También puede recurrir a la comunidad interwebil —quizás un grupito amante del sujetador ideal nos brinde su sabiduría guerrera—.

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