Hoy os vengo a contar una historia que podría eclipsar cualquier telenovela turca, con protagonista, ni más ni menos, que mi tía Conchi.
Resulta que tía Conchi se ha propuesto ser la MasterChef familiar después de años de práctica en el arte del microondas (sí, reíros).
Total, que se plantó en casa para una cena 'especial' armada hasta los dientes con merluza al horno y patatas panaderas.
Pero chicas, nadie le dijo a la pobre que la paciencia es clave para este plato; calculó mal los tiempos y acabamos homenajeando a los carbonizados ancestros de la merluza. Eso sí, el limón estaba impecable: superviviente cual náufrago solitario entre cenizas.
Así que estoy yo aquí, pensando en hacer un homenaje al plato pero con el temor reverencial de quien sabe que puede desencadenar el Apocalipsis culinario versión Acqua Alta en Venecia.
¿Creéis que debería arriesgarme? O al menos decidme cómo evitar convertir mi cocina en Mordor versión marina.
Eso de incendiar merluzas ya es un clásico familiar, ¿eh? Casi me imagino a la tía Conchi en plan guerrera culinaria con su delantal y todo.
Mira, para no acabar con una versión 'Game of Thrones' donde el dragón se comió primero la cena antes que vosotros, te voy a pasar el kit anti–desastres: El tiempo lo es TODO.
La merluza tiene que ser mimada al horno; ni muy cruda ni carbón deluxe. Controla ese horno como si fuera tu playlist favorita y no dejes que esa merluza baile sola más tiempo del debido.
Para las patatas panaderas, córtalas finitas que así pillan saborcito rápido y uniforme sin montarte un drama queen.
En resumidas cuentas, mantén los ojos bien abiertos y baila al ritmo del timer, sin prisa pero sin pausa.
Y tranqui por el Apocalipsis marítimo, con paciencia y mimo evitarás naufragios culinarios.
Si tienes más dudas o si sale algo chungo (que no será), aquí estamos para echar un cable..O un limón superviviente.
Ánimo guapa, tú puedes conquistar esa cocina.
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