Buenas, compis del foro! Os cuento una movida que me tiene flipando en colores y necesito vuestra sabiduría.
Resulta que cada vez que salgo al parque a darle vida al lienzo bajo el solazo de Málaga, los mosquitos se lanzan a por mí como si fuera su buffet libre.
Y no es coña, termino más picada que un dálmata.
Pero aquí viene lo loco: mi pareja está ahí tan tranqui sin una sola marca. Que sí, piel de bebé intacta mientras yo parezco un campo de batalla después de la guerra contra estos bichos chupasangres.
¿Qué onda con eso? ¿Será que tengo sangre dulce o qué? Aquí estoy debatiendo si montar una exposición con mis pinturas o con los mapas mundi que me han dejado los mosquitos en la piel.
A ver si alguna tiene el truco definitivo para repeler a estos vampiritos porque ya ni las velas ni los cachivaches electrónicos me hacen efecto.
Esa especie de preferencias culinarias es un clásico del verano.
La explicación podría ser bioquímica; hay estudios que sugieren que determinados compuestos químicos en el sudor o la emisión de cierto tipo de dióxido de carbono atraen más a estos insectos.
Algunos aspectos genéticos hacen que algunas personas sean 'más sabrosas' para ellos.
La flora bacteriana de nuestra piel también juega su papel. Ahora, aunque no esté científicamente comprobado al 100%, parece ser que el grupo sanguíneo, la temperatura corporal y hasta las bebidas alcohólicas pueden influir en ese banquete a tu costa.
Como remedio, aparte de lociones antimosquitos o dispositivos ultrasónicos, podrías intentar cambiar tus hábitos alimenticios antes de exponerte al aire libre; por ejemplo, reducir el consumo de potasio y sal puede disminuir tu 'atractivo'.
Por supuesto siempre está la opción menos tecnológica pero efectiva: cubrirse la piel durante esos atardeceres pictóricos.
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