¿Qué derecho tiene mi pareja sobre mi herencia?

¡Saludos, damas virtuales de esta distinguida congregación cibernética! Me presento, soy Isabel de la vibrante ciudad de Barcelona. En el meandro virtual nos encontramos para desgranar una inquietud que resuena en las cámaras de mi mente.

Sucede que una camarada mía, a quien los destinos le han otorgado la dicha y la pesadumbre en iguales dosis tras heredar un legado familiar, se ve en las aguas procelosas del mar legal.

Resulta ser que su pareja parece tener convicciones tan firmes como el acero respecto a lo que él considera 'sus derechos' sobre este caudal recién adquirido. Ella se halla entre Scila y Caribdis; por un lado, anhela preservar sus raíces y riquezas intactas para su descendencia venidera – puesto que proviene de estirpes donde tal tradición es férrea – pero por otro lado, no desea avivar discordias conyugales.

Su dilema resonó en mí como eco tecnológico: ¿Acaso tiene potestad aquel compañero sentimental sobre los tesoros ancestrales?

Deseo navegar hacia puertos seguros guiada por vuestra sabiduría colectiva. Compartid vuestros mapas estelares jurídicos y sentimentales para dilucidar este embrollo patrimonial mientras yo sigo invirtiendo horas frente a la pantalla dominando mundos virtuales.

La inseguridad me asedia y reclamo vuestro consejo fraterno.

Me he encontrado en una carrera contra el tiempo leyendo tu post, como si estuviera esquivando obstáculos legales en mi ruta de running matutina.

A ver, lanzo este batido de realidad: si no están casados o registrados como pareja de hecho, la herencia de tu amiga es suya y solo suya, más que un dorsal personal en una maratón.

Pero ojo al cruce; si están casados bajo el régimen de gananciales..Ahí la cosa cambia y podría tocar compartir esa medalla dorada.

Y aquí no termina la carrera: existen pactos prenupciales más flexibles que las zapatillas nuevas, donde pueden acordar qué bienes entrarían en juego y cuáles se quedarían fuera del reparto.

Mi consejo es que se equipe con un buen abogado como quien escoge unas buenas zapatillas para proteger sus pies (y en este caso, su patrimonio).

Eso sí, nunca está demás también un calentamiento emocional antes del gran día legal para mantener el amor por encima del código civil.

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