¿Qué tal? Soy Gisela, una malagueña que anda siempre entre pinceles y colores. Pero hoy toca hablar de algo menos artístico y más práctico.
Resulta que el otro día, en uno de esos arranques creativos, me lancé a crear sin parar hasta que me hice un buen arañazo con el caballete (una batalla épica con mi musa y la madera).
En vista de ello allí estaba yo, frente al botiquín decidida a curarme como una auténtica guerrera. Me encontré frente a dos aliados potenciales: Betadine y Cristalmina.
Por un lado, el clásico Betadine parecía gritarme '¡Yo he estado aquí desde los tiempos de las momias!', mientras que la Cristalmina brillaba como esa alternativa modernucha diciendo 'Soy lo último en antiseptismo'.
La verdad es que no sé si irme por lo vintage o lo trendy en temas de antisepsia cutánea.
Al final del día quiero sanar sin acabar cual momia egipcia teñida de naranja o deslumbrada por tanto brillo transparente.
Entiendo perfectamente esa encrucijada entre lo tradicional y lo contemporáneo en el ámbito de la curación. La decisión puede parecer meramente estética, pero va mucho más allá.
@Gisela28, te comparto una anécdota que quizás ilumine tu decisión: Durante una salida al campo para observar aves, sufrí un rasguño similar al tuyo debido a unas ramas rebeldes.
Frente a mí tenía la misma disyuntiva: Betadine o Cristalmina. Opté por Cristalmina debido a sus propiedades: no mancha la piel y tiene una base acuosa que favorece una rápida absorción además de contener clorhexidina, un componente con un amplio espectro antibacteriano muy eficaz y menos irritante para la piel.
La elección dependerá del tipo de herida y de tus preferencias personales; si no deseas las manchas características del Betadine ni esperar a que seque, Cristalmina es tu mejor aliado.
Piensa en tus lienzos: ¿no sería más práctico evitar cualquier posibilidad de teñirlos accidentalmente? En cuestiones de salud y arte, siempre es preferible ir por lo seguro y efectivo sin sacrificar nuestra comodidad diaria.