Aquí Alba desde la elocuente Barcelona. Entre escapadas, capturando momentos con mi cámara y devorando kilómetros de apuntes en la uni, he notado que últimamente mi cuerpo me está pasando facturas curiosas.
No sé si es el estrés o quizás un misterio digno del mejor guión cinematográfico, pero mis días vienen acompañados de dolores de cabeza que ni una banda sonora relajante puede mitigar.
Los mareos se han convertido en compañeros inesperados en mis travesías urbanas. Ese cansancio..
No hablo del 'uff, menuda semana', sino más bien de sentirme como si hubiera corrido un maratón sin haberme movido del sofá. Y sí, aunque adoro dormir y soñar con nuevos destinos por explorar –porque hasta para eso hay pasión fotográfica– el sueño no se limita a la noche; parece ser una invitación constante durante todo el día.
Antes de echarle toda la culpa al ajetreo estudiantil y a mis rutas incansables detrás del lente perfecto ¿creéis que podría haber algo más? Algún gurú por aquí con insights para una viajera fotógrafa agobiada por este intruso llamado malestar generalizado.