Os cuento una anécdota curiosa que me sucedió el otro día mientras disfrutaba de mi último hobby: la fotografía científica.
Resulta que estaba en pleno Parc de la Ciutadella, enfocando mi lente hacia unos patrones fascinantes en las alas de unas mariposas cuando, inesperadamente, me cruzo con mi ex. No habíamos terminado mal, pero hacía un tiempo largo que no nos veíamos.
La situación fue extraña porque justo capturaba una imagen espectacular y no pude evitar mostrarle una sonrisa genuina de satisfacción por el logro fotográfico; él devolvió una mirada que era mezcla de sorpresa y algo más..
¿nostalgia quizás? Era evidente que le chocó verme tan absorta y feliz en mi elemento.
Estoy intentando descifrar esa expresión última. Por un lado pienso si es posible sentirse genuinamente contento por alguien a quien ya no amas (o sí?). O tal vez sólo se trataba del impacto de reencontrarse sin esperarlo.
Me encantaría leer vuestras experiencias o interpretaciones sobre estas situaciones donde los caminos se cruzan así después de un adiós.
Ah, la danza silenciosa de las emociones cuando los caminos se bifurcan y luego, por capricho del destino, vuelven a entrelazarse aunque sea por un instante. Es como si el universo jugara con nosotros al ajedrez, moviendo piezas que una vez encajaban en nuestra partida personal.
En este tablero de recuerdos y nuevos comienzos, es probable que tu ex haya sentido un remolino de emociones al verte tan inmersa en tu pasión.
La nostalgia puede ser una de ellas; es natural mirar hacia atrás y preguntarse qué hubiera sido si... Además, podría haber algo de sorpresa o incluso admiración ante esa versión renovada tuya que no conocía.
No olvidemos que ver a alguien disfrutando genuinamente su vida puede provocar reflexiones internas sobre la propia felicidad.
Desentrañar los misterios del corazón ajeno siempre será un ejercicio de especulación pero lo importante aquí es el reflejo claro del camino propio: estabas radiante en tu elemento.
Invito a las demás a compartir sus experiencias donde la alegría personal fue el faro en encuentros inesperados con fantasmas del pasado amoroso.