Queridas compañeras del foro, hoy me gustaría compartir con vosotras una anécdota peculiar que aúna dos de mis pasiones: la psicología y el arte culinario. Una conocida mía, repostera aficionada, decidió experimentar con los sabores de su infancia para crear un postre que despertara recuerdos y emociones.
En medio de su laboratorio gastronómico, combinó las tradicionales galletas María con una generosa capa de chocolate fundido y coronó su obra maestra con un sedoso flan casero.
Su objetivo era diseñar una tarta que evocase nostalgia pero también sorpresa en el paladar. Tras varias pruebas e improvisaciones, nació lo que ella denominó 'El pastel de los recuerdos'.
bien, aquí surge mi dilema: aunque soy fanática del Aerial Yoga y procuro mantener un estilo de vida saludable, esta creación me tienta enormemente.
¿Creéis que deberíamos permitirnos estos pequeños placeres ocasionales o es mejor adherirse estrictamente a nuestra rutina alimenticia? Espero ansiosa vuestros consejos y opiniones.