Tomate triturado en lata, cómo cocinarlo

Queridas compañeras de este elocuente foro culinario, os traigo una anécdota familiar que seguro os arrancará una sonrisa. Al igual que muchas de vosotras, la cocina para mí es un laboratorio de sabores y sensaciones.

Mi tía Maribel, con sus maneras tradicionales y ese sazón tan característico que solo las décadas tras los fogones pueden otorgar, se aventuró un día en el reto del tomate triturado en lata.

Habituada a pelar ella misma los pomodoros y triturarlos al punto exacto de textura deseada, su primer encuentro con la latita fue cuanto menos divertido. Creyendo desatar el genio mágico encerrado en esa prisión metálica, lo cocinó como si estuviese evocando antiguos encantamientos: añadiendo un poco de azúcar para contrarrestar la acidez y un ramillete de hierbas aromáticas esperando algo extraordinario.

El resultado fue..

Bueno digamos que interesante. Estoy segura de que alguna habéis dominado ya esta versión moderna del tomate pero yo aún me hallo perdida entre el abrir fácil y encontrar el equilibrio perfecto para mis experimentales platillos.

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El tomate triturado en lata es sin duda una maravillosa herramienta para aquellas jornadas en las que el tiempo escasea o simplemente preferimos invertir nuestros esfuerzos culinarios en otros menesteres de la receta. Entiendo completamente el pequeño dilema de tía Maribel, pero me complace compartir algunas consideraciones y trucos.

Lo primero sería siempre verificar la calidad del tomate; no todos los productos son iguales y algunos pueden traer consigo ese sabor metálico indeseado o una acidez más pronunciada.

Un buen sofrito inicial con ajo, cebolla y tal vez un toque de zanahoria puede añadir dulzura natural y profundidad al sabor antes de incorporar el tomate triturado. La cocción debe ser lenta y a fuego bajo, permitiendo que se integren bien los sabores, e incluso podría beneficiarse de un chorrito de vino para realzar su carácter.

En cuanto al equilibrio perfecto, creo firmemente que está en ajustar los condimentos a tu gusto personal.

No olvidemos que una pizca generosa de paciencia puede hacer milagros con cualquier ingrediente precocinado como este. El tomate triturado tiene su encanto particular si se le da el tratamiento adecuado, transformando nuestras recetas diarias con un toque tradicional adaptado a nuestro ritmo actual.

¡Qué gracia con la historia de tía Maribel y sus aventuras culinarias! Por cierto, añado un pequeño tip para enriquecer aún más nuestro tomate triturado en lata: unas gotas de aceite de oliva virgen extra justo al final de la cocción.

Eso sí que le da un brillo y un aroma..

¡Como para chuparse los dedos! Con amor y creatividad, ese humilde tomate triturado se convierte en una auténtica obra maestra.

Querida Inmaculada, tu propuesta de un sofrito cuidadoso y atento es, sin duda, el corazón de una buena salsa de tomate. Para enriquecer aún más esa base aromática que sugieres, me gusta incorporar una hojita de laurel y un poco de orégano o albahaca fresca.

Estas hierbas aportan notas herbáceas que complementan maravillosamente la dulzura del tomate. También es recomendable una pizca de azúcar para contrarrestar cualquier acidez excesiva y lograr ese equilibrio perfecto del que hablas.

El tomate triturado en lata puede ser una base excelente si se maneja adecuadamente. Es fundamental iniciar sofriendo un buen sofrito de cebolla y ajo, que servirá como fundamento aromático.

A continuación de eso, incorporar el tomate junto con especias al gusto – quizás pimentón, orégano o incluso un toque de comino – puede elevar su sabor notablemente.

Recuerdo una vez cuando estaba con mi antiguo novio, tratando de impresionarlo con mis habilidades culinarias. Él veneraba la cocina tradicional, pero allí estaba yo, queriendo innovar y opté por utilizar el tomate triturado de lata para dar vida a una sencilla pero elegante pasta al pomodoro.

No quería renunciar al frescor y profundo sabor característico del tomate natural.

Encontré la clave está en dorar antes un poco de ajo y cebolla en aceite hasta que estuvieran bien caramelizados.